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Coliving en Chile: una respuesta innovadora a la crisis de acceso a la vivienda

13/05/2025

El acceso a la vivienda en Chile enfrenta una crisis estructural marcada por el aumento sostenido de los precios, el encarecimiento del suelo urbano y las mayores barreras al financiamiento. Según cifras del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), el déficit habitacional alcanzó las 641.421 viviendas en 2022, y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reporta que más del 55% de los hogares arrendatarios en zonas urbanas destinan sobre el 30% de sus ingresos al pago del arriendo, una cifra que supera los umbrales de accesibilidad habitacional recomendados por organismos internacionales.

Adicionalmente, el Censo de 2024 reportó un cambio demográfico sistemático, en el que se refleja un cambio en la composición de los hogares, donde el número promedio de integrantes de los hogares pasa de 4 a 2,8 personas, y a su vez , la cantidad de hogares unipersonales llega a un 21,8%.

En este contexto, el coliving se presenta como una alternativa innovadora y emergente en el país. Este modelo habitacional, basado en la idea de compartir espacios comunes —como cocinas, salas de estar o espacios de trabajo— mientras se mantiene una habitación privada, responde tanto a la necesidad de viviendas más accesibles como a nuevas formas de habitar más flexibles y comunitarias.

El coliving optimiza el uso del espacio y reduce los costos individuales mediante el reparto de servicios y gastos comunes. Esta eficiencia permite ofrecer ubicaciones estratégicas — cercanas a centros de trabajo y servicios— a precios más accesibles que el arriendo tradicional. Además, ofrece un estilo de vida colaborativo, que resulta especialmente atractivo para personas jóvenes, nómadas digitales y emprendedores.

Pero más allá de sus ventajas funcionales, el coliving también apoya una visión más humana del entorno urbano. Como afirma el arquitecto danés Jan Gehl, “la vida entre edificios es, por sobre todo, una cuestión de oportunidades para el encuentro humano”. Esta perspectiva promueve una “ciudad blanda”, pensada no solo desde la infraestructura, sino también desde la experiencia compartida, el sentido de comunidad y la calidad de vida urbana.

Además de contribuir a la sostenibilidad social, el coliving puede ser parte de una estrategia de densificación equilibrada y regeneración urbana. Su implementación en barrios bien conectados permite reducir la expansión periférica, disminuir los tiempos de desplazamiento y favorecer una ciudad más compacta y eficiente. En este sentido, el modelo también ofrece ventajas ambientales: al concentrar servicios y fomentar el uso compartido de recursos, se reducen el consumo energético y la huella de carbono por habitante.

Sin embargo, el desarrollo del coliving en Chile enfrenta obstáculos importantes. Uno de los principales es la falta de una regulación específica que permita reconocer legalmente este tipo de proyectos y establezca criterios claros de diseño, convivencia y gestión. Hoy, muchos desarrollos de coliving operan en un vacío normativo, lo que genera incertidumbre tanto para promotores como para usuarios.

Otro desafío es la percepción cultural en torno a la vivienda. En Chile, la propiedad sigue siendo el objetivo central del proyecto de vida de muchas personas, y los modelos de vivienda compartida todavía son vistos como transitorios o secundarios. Superar esta barrera implica generar una narrativa distinta sobre el habitar urbano, en la que la calidad, la comunidad y la flexibilidad sean tan valoradas como la propiedad individual.

Finalmente, la gestión operativa de estos espacios es clave para su sostenibilidad. A diferencia de un edificio de departamentos tradicional, un proyecto de coliving requiere una administración activa que promueva la convivencia, mantenga los servicios y articule la comunidad. La experiencia internacional muestra que el éxito del modelo depende tanto del diseño arquitectónico como de la calidad de su gestión.

 

Este modelo ofrece una alternativa viable y contemporánea frente al déficit habitacional en Chile, al tiempo que introduce una nueva lógica de ocupación urbana más flexible, colaborativa y sostenible. Con un marco regulatorio adecuado y estrategias que fomenten la inversión y la aceptación cultural del modelo, el coliving podría consolidarse como parte integral del futuro del hábitat urbano en el país.

Carlos Zulueta Ehlers

Arquitecto - MSc EmTech Architectural Association

Director CAZ Arquitectos

Docente UDD

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